Mi hermano Francisco nació en Igualada en 1928 y cuando tenía ocho años estalló la Guerra Civil Española, que lo desquició todo. La madre, que ya había tenido cinco hijos, con una niña de meses, decía que la guerra coincidió cuando tenía la casa “arrancada”, en referencia a que tenían algunos animales domésticos, huerto y unos ingresos económicos pasables.
No nos detendremos a explicar cómo vivieron los padres aquel conflicto armado que se manifestaba también a nivel de ciudadanos de una misma villa. Lo grave que le puede suceder a un país es una guerra civil. Francisco con su hermanita a hombros caminaron en dirección a Terrassa para ir a casa a su tía María. No le pregunté a mi hermano cosas que ahora quisiera saber, pero sé que él vivió un hecho muy impresionante, que algunas veces nos lo había contado.
Decía que estábamos cansados y hambrientos y entraron en un horno a pedir pan, pero la respuesta fue negativa. No sé cómo lo hicieron para llegar a Terrassa. Francisco siempre había pensado que un día compraría o él mismo haría, un pan de cinco kilos para ir a llevarlo a ese panadero. Quizás por eso o porque nunca más le faltara pan, no lo sé, el caso es que se hizo panadero de oficio. A pesar de saber dónde estaba ubicada aquella panadería tan poco caritativa que encontraron por el camino, su propósito inicial no lo llevó a cabo, posiblemente porque tenía cosas más imprescindibles que solucionar.
El horno donde fue a trabajar era La Espiga de Oro, de Terrassa, tienda de cierto renombre en la ciudad y hacía chaflán con las céntricas calles de Volta, Arquímedes y Grànius calle por donde entraba el género y se comunicaba con el obrador. Había ido alguna vez a ver cómo trabajaba y por eso lo recuerdo. Pan a casa no nos faltó, aunque durante unos años lo comimos negro; el blanco y la torta eran casi un capricho.
Estos días desde el día 13 de marzo de un forzado permanecer dentro en casa a causa de una ‘influenza’ gripal, he vuelto a ver unas fotografías antes pasadas de largo que ahora me han hecho recordar este hecho y, he considerado explicarlo y adjuntar algunas fotografías para que quién sabe si alguien puede reconocer a un familiar.
Una de ellas es en el obrador del horno de la Espiga de Oro donde está a la izquierda Francisco, José, -no es seguro-, y otro empleado y detrás de la imagen consta 27 de mayo de 1951 .
Las otras pertenecen a una celebración y como está el propietario de L’Espiga d’Or y otra persona conocida en Terrassa, pensamos que la imagen fue tomada durante dos celebraciones de panaderías: una en una zona ajardinada y otra en el interior de un local.
Años atrás existía la costumbre de que cada gremio de profesionales celebrase el día de su patrón, y el de los panaderos era Sant Honorat, el día 15 de mayo. He buscado en internet y no he sabido encontrar información ni imágenes de esta panadería, por lo que esta pequeña aportación puede ayudar a no dejar en el olvido un aspecto cotidiano de la vida terrassense.
La filla del senyor Berenguer, Maria Lluïsa estava casada amb Josep Oriol Argemí que era el propietari d’una coneguda floristeria de la ciutat, empresa on hi va treballar Marià Masana i d’aquí que ara ell ens pugui lliurar aquesta informació addicional.
Eren ràdios antics que necessitaven restauració, però ell pensant amb la Núria, la seva cunyada que treballava a Catalunya Ràdio i feia col·lecció d’aquest aparelles retransmissors de veu, els va acceptar amb molt de grat pensant que podria fer contenta a la Núria.