Recientemente he escrito un texto titulado Emoción donde narro la vivencia experimentada durante la práctica de un ejercicio en  técnicas de análisis transaccional de Erik Berne. En concreto se trataba de un ejercicio mental que partía del hecho de que nuestra propia madre tenia que  de abandonarnos en el bosque cuando teníamos apenas unos meses de edad.

Muchas veces los hechos vienen concatenados y después de autoanalizar una experiencia puede que veamos surgir otros aconteceres relacionados. Hoy me he percatado  que en ocasiones y segun donde me encuente,  en aquellos  momentos que el sol se està poniendo en el horizonte, he percibido por unos instantes  ua sensación   de carencia, solitud e incluso  como cierto desamparo y sin saber el motivo.

Para una mayor comprensión del hecho, expondre un ejemplo: de un grupo de amistades de grupo de juventud fui la primera en disponer de vehículo propio, un Seat 127, ideal para  las salidas del sábado por la tarde y domingo e ir de vacaciones. En esas escapadas nos reíamos y nos divertíamos mucho, pero  recuerdo recuerdo que un dia  cuando viajamos por las largas, rectas y solitarias carreteras de Castilla —alguna de nosotras las había bautizado con el nombre de cordel— me decían “Rosa, mira, un cordel”, dando a entender que podía dar gas a fondo. Al viajar con las ventanillas bajadas y asomando la cabeza al exterior, experimentábamos la  tan agradable  sensación de velocidad, y  a la vez poníamos a prueba  esta ver donde llegaban las revoluciones del motor  Seat fabricado en los talleres de Martorell.

Como digo, nos divertíamos ante cualquier cosa insignificante y me sentía muy bien acompañada, aunque de vez en cuando percibía un atisbo de solitud y de carencia, en especial cuando llegaba la hora del sol poniente en aquellos llanos castellanos donde tan bien se puede percibir la bóveda celeste. Sentía  en algunos momentos aquella ya conocida sensación de desamparo afectivo, paradójicamente encontrándome amparada por mis compañeras.

Así pues, es en este momento que puedo relacionar mi estado emocional de estos días disfuncionales por la falta de salud de una persona querida con aquella experiencia desoladora vivida durante los ejercicios  de analisis transaccional que no hacia mucho habia asistido y donde la carga emocional fue llevada al límite y en la imaginaria escena donde transcurrian los hechos era en el momento de la puesta de sol. Observo asimismo como esta sensación la he revivido  des de entonces y con distintos grados de intensidad en otras situaciones de más o menos similares características.

Con todo, resulta fascinante descubrir o encontar un nexo de unión entre este estado afectivo que puede aparaecer en algun momento con aquel  exacerbado sentimiento de desamparo vivida de forma ficticia pero que de seguro como diria W. Penfield  sigue instalado en algún lugar de la mente.

Si bien no podemos obtener datos del todo feacientes  de cada una  de las  estaciones vividas , sí podemos considerar que aquella  experiencia del pasado y las que podamos vivir en la actualidad, sea de componente físico, mental, emocions  o  todos en conjunto,  al ser recordados en el presente de forma aún tan penetrante, adquieren el suficiente fundamento  como para considerar  que  si pueden estan vinculados a una previa  experiencia personal de caràcter traumàtico.

Puesta de sol, autor Francesc Masana

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