Hace poco recibí un WhatsApp acompañado de un enlace a un artículo de Yuval Noah Harari (Israel, 1976), historiador, filósofo y analista de prestigio, autor de libros como Sapiens. De animales a dioses, Homo Deus i 21 lecciones para el seglo XXI de los cuales que se dice lleva publicados unos 15 millones de ejemplares y han sido traducidos a varios idiomas. El autor ha sido asesor, entre otros, de Angela Merkel, Bill Gates, Barack Obama y Mark Zuckerberg.
El artículo en cuestión fue publicado en The New York Times con el título Cuando el mundo parece una gran conspiración,[1] traducido al catalán por el filólogo Marc Rubió Rodon y publicado en el periódico Ara Balears el 22 de noviembre de 2020.[2]
El artículo trata de la obsesión conspirativa que desarrollan muchas personas, argumentando que tiene tanta aceptación debido a que ofrecen una explicación simplista y directa de un gran número de procesos complicados y a la vez aportan al conspirador una sensación reconfortante al considerar que lo entiende todo.
Los seguidores de la conspiración global creen que entran en un círculo exclusivo que les permite situarse por encima de la élite, profesores, periodistas y políticos, y desarrollan la capacidad de ver lo que ellos pretenden ocultar.
Asimismo parten de la premisa de que manipular el mundo es fácil y no son capaces de darse cuenta de que no existe ningún contubernio que pueda controlar secretamente el mundo entero. Posiblemente Harari olvidó incluir en estas definiciones la palabra frustración para referirse a estas personas, dado que también es un término usado.
Añade que la llave maestra de la teoría conspirativa global nos da acceso a todos los misterios del mundo, y nos permite entrar en este círculo exclusivo convirtiéndonos en más inteligentes y sabios que los demás.
Referente a lo expuesto, además de ser cierto, dice que también es una manera de empoderarse uno mismo, refiriéndose a —los que estén fuera del círculo exclusivo—. Añade que se trataría de identificar las facciones que compiten en nuestro mundo y aliarse con unos grupos en contraposición a otros. En eso consiste, asegura Harari, la política de verdad.
Al inicio el autor explicaba que fueron entrevistadas 26.000 personas de 25 países en que se les preguntaba si creían que un solo grupo de personas controlaban secretamente el mundo y el resultado de cuatro países que son los que presenta dijeron que lo creían un porcentaje del 37% de los estadounidenses, el 45% los italianos, el 55% los españoles y el 78% de los nigerianos.
España en esta lista solo va por delante de Nigeria como país conspirativo aunque podemos decir que la formulación de la pregunta es poco clara, ¿a qué se refiere cuando dice un grupo de personas, cuales son estas que dominan el mundo? La encuesta debería de haber preguntado: ¿Cree usted que algunos estamentos y corporaciones internacionales fijan pautas y objetivos para conseguir un gobierno mundial?
Si seguimos leyendo a Y.Noah Harari y conociendo su actividad como asesor de políticos, nos hace pensar que dispone de información privilegiada y que cuando concede entrevistas procura usar las palabras correctas. En uno de sus comentarios cito la palabra felicidad, refiriéndose a la felicidad de los ciudadanos, término que aparece en algunos medios y esta muy incorporado en nosotros. Particularidad que podria ser útil para ser reivindicada en concentraciones de carácter político al igual que se ha hecho con otros idealizados eslóganes .
Partiendo que los humanos buscamos la felicidad, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el año 2012 creo el Día Internacional de la Felicidad que des del año 2013 se celebra el día 20 de marzo.[3] Iniciativa inspirada en Bután, un país del Asia Meridional que en el año 1970 apostó por identificarse por este estado de felicidad y des de entonces disfruta del apelativo de país feliz. En la página de la ONU encontramos un vídeo que promociona la felicidad cuyos protagonistas son los Pitufos que abogan por la unión de los pueblos y para una vida feliz.[4]
Segun el filosofo Epicuro que dio paso al epicureísmo decia que ser feliz es experimentar el placer y evitar el dolor, ayudado por la ataraxia entendida como calma, serenidad y tranquilidad moral y libre de perturvaciones. En cambio Aristóteles consideraba que la felicidad es un estado propio interno del ser humano.
De la palabra ataxia posiblemente derivo la ataraxia que se refiere a un estado patológico que se manifiesta entre otros simptomas por la dificultat de coordinación de movimientos, espasmos musculares y problemas del lenguaje de origen encefálico. Como terapia se prescriben ataráxicos, entre ellos la hidroxilina cuyo nombre comercial es el Atarax de acción antihistamínica, antiemética y anti vertiginosa así como sedante y ansiolitico. En este momento social en que vivimos hablar de felicidad para el alma nos lleva a pensar también en la novela futurista de ficción de Aldous Huxley (1932) titulada Un mundo feliz. donde encontramos presentes algunas de sus exposiciones.
Puede que tan solo sea una percepción, pero según las últimas entrevistas a las que hemos tenido acceso, parece como si a Harari los acontecimientos derivados de la pandemia del coronavirus hayan hecho que dejara de cuestionar a quienes opinan diferente o conspiran sobre advenimientos politicos-sociales. Criterio que podría estar justificado por algunas de sus declaraciones en los periódicos XL Semanal y en El Confidencial.
En el XL Semanal del día 12 de abril del 20202, Harari afirmaba que la inteligencia artificial, la biotecnología y los robots ya se utilizan incluso para los diagnósticos médicos y el cuidado de los enfermos. También que algunas de las decisiones que los poderosos están tomando estos días podrían acompañarnos durante años. Pone el ejemplo de que en Israel se ha empezado a controlar de forma constante a la población mediante los datos de la geolocalización de sus móviles, previo decreto efectuado de urgencia y sin consenso.
Opina que la epidemia es la tapadera perfecta para un golpe de estado y que los gobernantes obligan a sus habitantes a ponerse un brazalete biomédico. Puede acabar esta epidemia y venir otra, esto es un peligro.[5]
En la segunda entrevista, efectuada por El Confidencial el 27 de octubre del 2020, apuntaba que el Covid puede originar el peor sistema totalitario que haya existido. Nuestra libertad está, pues, seriamente amenazada.
Según el entrevistador, Harari nos habla también de sus miedos, de cómo la tecnología puede interactuar con nuestra democracia, con la pandemia aumenta la vigilancia y lo más preocupante son los demonios interiores de la humanidad —al decir demonios interiores no sabemos si se refiere a nuestros egos a los que supuestamente podrian existir en el planeta.
Sigue respondiendo a las preguntas y comenta que el problema del libre albedrío es que provoca que seamos complacientes y no tengamos la curiosidad sobre por qué tomamos las decisiones, asumimos que es nuestro libre albedrío. Cada vez entendemos más los mecanismos biológicos, sociales y culturales que hay detrás de nuestras decisiones y añade que los datos que se recogen a partir del coronavirus no pueden estar en manos de la policía o de las grandes corporaciones.
De la pàgina de la ONU hemos extraido la siguiente publicidad y debido a su dificultat para ver claramente la letra ha sido transcrita.
La Década de Acción. A diez años que se cumple la fecha, se han aunado esfuerzos en todo el mundo para cumplir con la promesa de la Agenda 2030, mediante la movilización de más gobiernos y empresas, asi como con un llamamiento a todas las personas para que hayan suyos los Objetivos.